sábado, 1 de mayo de 2010

La huelga de teleoperadores de Unisono





En octubre de 2009, los teleoperadores del Call center UNISONO dieron una batalla emblemática para la lucha de todos los trabajadores del telemarketing.

Por las formas y contenidos de esta pelea, creemos que es una experiencia que arroja valiosas lecciones para la acción sindical.

Queremos rescatar brevemente algunos aspectos que nos parecen fundamentales en el resultado de esta huelga.

En primer lugar, el carácter profundamente participativo que adquirió el proceso de negociación.

Desde la gestación del petitorio, las demandas y reivindicaciones fueron consultadas a los trabajadores y debatidas en asambleas.

Esto permitió comprometer a los teleoperadores para el segundo momento que fue enfrentar la respuesta que dio la empresa. La decisión de rechazar la mezquina propuesta de la transnacional española fue tomada por la inmensa mayoría de los trabajadores. Así se votó la huelga.

En Chile el derecho a huelga es una ilusión. La huelga debería servir como una herramienta eficiente para presionar a los patrones. Sin embargo, estamos sometidos a una legislación laboral que diluye completamente los efectos de la paralización. El empresario puede reemplazar a los huelguistas fácilmente. Nos parece triste el hecho que las huelgas deriven muchas veces en interminables paralizaciones, con trabajadores sentados en las veredas de sus empresas, muchas veces mendigando monedas para las ollas comunes. Por ese camino no se construye la fuerza necesaria para imponer nuestras condiciones en la mesa de negociación.

En el caso de los call center, estos cuantan con plataformas tecnológicas que les permiten derivar las llamadas a otros call, haciendo así una finta al daño que les puede significar el ausentismo de los huelguistas.

Esta situación la entendieron claramente los trabajadores y sus dirigentes. Este es el segundo elemento que queremos destacar: desde el primer momento se plantearon acciones fuertes y decididas que afectaran de verdad la productividad de la empresa.

Asambleas realizadas en los dos recintos de Unisono decidieron ocupar la empresa. La gerencia reaccionó de la manera más brutal, llamando a la policía para resolver un conflicto interno. La represión policial instigada por la empresa significo la detención de más de 80 trabajadores en ambas plataformas.

La gerencia se negó a seguir las conversaciones y rompió el diálogo. Instigó la deserción de la huelga y la división de los trabajadores. Pero no pudo.

Una nueva asamblea de trabajadores, reconociendo que se había asestado un rotundo primer golpe, pero que faltaba un segundo para el knocaut, ratificó la necesidad de tomarse nuevamente la empresa. A pesar de que esta había amurallado las puertas y reforzado el número de guardias.

Una voluntad aguerrida, férrea y audaz fue la que asestó el segundo y definitivo golpe que obligó a la empresa a negociar y ceder lo que hasta un día antes decía era imposible de conceder.

Pero vienen dos momentos posteriores en que la asamblea será también determinante, tanto para resolver con victoria la huelga como para proyectar el trabajo sindical.

La aprobación del acuerdo con la empresa fue ampliamente debatida, realistamente razonada. Los trabajadores junto a sus dirigentes realizaron una correcta calibración de su fuerza y la del adversario y en función de esa evaluación decidieron aceptar la oferta (mejorada a punta de coscachos) de UNISONO.

Entre los resultados de la negociación se resolvió entregar un bono de término de conflicto con la forma de bono de cooperación, que el sindicato distribuiría.

Nuevamente los trabajadores organizados, en asamblea victoriosa esta vez, resuelven asignar el bono sólo a los que participaron de la lucha. Los beneficios generales obtenidos serán para todos, pero el bono se distribuiría según el criterio de haber participado de la lucha. No pocas voces se levantaron contra este acuerdo, pero pronto fueron acalladas por la mayoritaria palabra de los que se la jugaron con todo por ellos y sus compañeros en el momento en que las papas quemaban.

En toda huelga hay un antes, un durante y un después.

El proceso de construcción sindical, de acumulación de fuerza, de formación y toma de conciencia previo a la huelga fue relevante. Se trataba ni más ni menos de la primera huelga en Unisono.

Pero no solo las virtudes, durante la huelga también quedaron a descubierto las debilidades de esa construcción previa. Lecciones y tareas que deben enfrentar juntos dirigentas y teleoperadores.

Durante la huelga el impulso del sector más avanzado en conciencia y claridad de los teleoperadores fue capaz de empujar al conjunto de ellos a acciones decididas y eficientes. En el momento del conflicto abierto con el poder patronal se midieron hombres y mujeres. Todos y todas sabían lo que arriesgaban. El compromiso de muchos fue impresionante, inesperado para algunos. También se vio la bajeza y cobardía, la falta de conciencia social.

Ahora queda sacar lecciones y sentirse legitimamente orgullosos por lo logrado. Continuar proyectando una gestión sindical todavía mejor donde el protagonismo del teleoperador sea un elemento permanente, y donde este se comprometa mucho más con su sindicato.

La tarea es seguir tejiendo unidad, seguir organizando con compromiso, y continuar luchando por nuestros derechos como lo saben hacer los teleoperadores de Unisono:

Arriba los que luchan!!!!

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